Vasijas y Flores es uno de los hermosos cuentos de la India que, en forma de pergamino antiguo, he regalado a mis alumnos en estos últimos cursos. Antiguamente, a través de los cuentos y otros medios de tradición oral, los mayores transmitían la sabiduría de la vida a las nuevas generaciones. En mi caso, este cuento me llegó por medio de mi querida hermana mayor y la sencillez de su lectura hizo que se despertara y se activara algo en mí que impulsó a mis propias semillas germinar en mi lado del camino.
Una de las grandes contadoras de cuentos es la doctora Clarissa Pinkola Estés y en su celebrado libro, Mujeres que corren con los lobos, nos comparte de esta manera su sabia visión:
[...Los cuentos engendran emociones, tristeza, preguntas, anhelos y comprensiones que hacen aflorar espontáneamente a la superficie...] [... Los cuentos están repletos de instrucciones que nos guían en medio de las complejidades de la vida...]
Allá va este cuento....
"Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaba a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros.
Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota solo tenía la mitad del agua.
Durante dos años completos esto fue así diariamente. La vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque solo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.
Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador, diciéndole: "Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas solo puedes entregar la mitad de mi carga y solo obtienes la mitad del valor que deberías recibir."
El aguador respondió: "Cuando regresemos a casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino." Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchísimas flores hermosas a todo lo largo del camino, pero de todos modos se sentía apenada porque al final, solo quedaba dentro de si la mitad del agua que debía llevar. El aguador le explico entonces:
- Mira bien. Las flores sólo crecen en tu lado del camino. Siempre he sabido de tus grietas y por ello sembré semillas de flores por donde tú pasas. Así cada día las riegas y esa belleza es para mí un regalo. Si no fueras exactamente como eres, no hubiera sido posible crear esta belleza."
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